viernes, 7 de octubre de 2011

QUE MALA SUERTE

¡CHICO, QUE MALA SUERTE!


No suelo decir mi edad, pero de algún modo tengo que contextualizar mi historia. La vida me ha tratado bien y no soy de esas personas invisibles, gasto un cuerpo sin zapatos de tacón, una figura que no necesita demasiadas estrecheces, unos enormes ojos oscuros con gracia, labios sugerentes y una personalidad combativa.
Hace tiempo que comparto mis cosas con un hombre, que en el equipamiento de serie, además de un buen ver, tiene una contagiosa sonrisa, atención y dedicación exclusiva a mi persona, bondad innata, inteligencia e intuición natural y lo más importante es que me quiere y me desea con locura.
Nos gusta hablar en nuestros paseos… un poco de filosofía, algo de política, una pincelada de religión, a discreción el cotilleo, disfrutando despellejando a los criticados, y en fin, en lo que discrepamos debatimos y también en lo que estamos de acuerdo, ¡poco la verdad!. Me gusta cuando me pide consejo, me hace sentir que soy importante para su vida.
¿Qué harías tú…? Y me lo suelta como una bomba, como si yo fuera una jurista de prestigio, una psicóloga forense o una filósofa publicada; y a veces lo único que me atrevo a decir es: ¡QUE MALA SUERTE!
¿Mari, tú qué harías? La primera vez que me hizo esta pregunta, hace cinco años, en presencia de uno de tantos abogados que ha ido seleccionando cada vez con menos fortuna. Estaba acusado de malos tratos a su “antigua” mujer y sus dos hijas menores, que llevaban tres meses en un programa “oficial” de ayuda a las víctimas de violencia de género. No parecían suficientes sus credenciales de buen padre. Había consagrado su vida de pareja a cuidar, desde la cuna, a sus hijas y a su hogar, renunciando a sus ambiciones laborales a favor de la alta proyección profesional de la ex-mujer. Judicialmente, juicio a juicio, ha sido un linchamiento, a pesar de quedar mostrada su inocencia. Es la fecha y todavía resuenan las voces de Maltratador, Enfermo Mental, Acosador, Mal padre……… a pesar de recurrir a estancias como el Defensor del Pueblo o del Menor.
¿Qué harías tú, frente a renovadas, injustas y malvadas injurias? me preguntó con insistencia, esperando en la desesperanza, anhelando el consuelo del sabio consejo. ¿Qué quieres que te diga? ¡CHICO, QUE MALA SUERTE!
Nuestras conversaciones, a veces profundas e intensas, llegan a trasmitirme sus inquietudes en forma de ironía. Su ultima abogada después de escuchar su insólita historia y de revisar, las no menos kafkaianas sentencias judiciales, le sugiere cambiar el perfil.
¿Pero Mari, te lo puedes creer? Cuando cuidaba de mis hijas todo el mundo me llamaba “MARUJON”, las otras mamas en el parque o en las actividades extraescolares, mis compañeras de corte y confección entre trapos y retales, los mandos superiores en el Ejército cada vez que solicitaba, insistentemente, permiso para el pediatra o el tutor escolar o incluso los de mi propia sangre cuando iba, como siempre, solo con mis hijos a las fiestas familiares; y ahora mírame ¡ya no doy el perfil! ¡Ya no soy adecuado para mis hijos! ¿Y ahora que toca, andar cabizbajo por las antesalas oficiales para poder suplicar unas migajas de justicia?…….. Y yo, ¿Qué quieres que te diga? ¡CHICO, QUE MALA SUERTE!
Algún consejo, de carácter general, le doy en prevención de su carácter tan dependiente de la opinión y el sentir del gentío. El bocazas de Murphy ya lo dijo: si a mi chico, esforzado trabajador de la opinión ajena, le afecta el qué dirán; el respetable gritara en pleno ruedo del debate al unísono y enfurecido: ¡MACHISTA!, ¡FASCISTA!, ¡RACISTA!, ¡HOMOFOGO!, ¡ANTICATALAN!, ya se sabe, de Madrid al cielo. ¡Ya está liada!, parece que se juntan los dos tercios: el de banderillas y el de entrar a matar, el momento cumbre del radical, del comisario político, del pendenciero social, del héroe local, del salva patrias, del auto-reprimido sentimental, del inquisidor anónimo, del injuriador profesional, del insulto fácil, de la descalificación, del descrédito y de la humillación pública. No tiene remedio, cuando me lo cuenta y me pregunta de nuevo ¿Qué te parece Mari…? .Y yo, ¿qué quieres que le diga, que calladito mejor?¡CHICO, QUE MALA SUERTE!
¿Sabes una cosa Mari?, me comentó un día en la biblioteca, sin venir a cuento de nada, ¡Nos vamos a Andalucía a vivir, está decidido!. Que ilusión, pensé yo…tantos sueños de poder vivir en una pequeña y encantadora ciudad costera…de repente desperté y pregunté: ¿pero cuándo y adonde?. Ya mismo, ¡voy a solicitar el cambio de sexo, que allí es gratis!.... ¿Y tú crees de verdad que eso va a arreglar tus problemas? ¡CHICO, QUE MALA SUERTE!

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